Es difícil creer en que tapando todo lo que no es deseable las cosas se solucionen. Hay demasiados ejemplos a lo largo de la historia de cómo esta actitud ha convertido todo aquello que silenciaba en una olla a presión, que siempre ha acabado por explotar tarde o temprano. La felicidad, en cualquier caso, sólo se da por espacios limitados de tiempo, muy concretos y conscientes de su carácter transitorio, y reconocibles por el contraste, la diferencia enorme respecto a todo el resto.
En nuestro sector se es siempre feliz. Es evidente. Los vinos son todos al menos buenos, cuando no excelentes y espectaculares. Los profesionales, todos, maravillosos, abnegados y capaces a más no poder. El trabajo de las bodegas, meritorio en toooodos los casos. No hay contrapunto a todo esto, ¿para qué? La vida es maravillosa, o no es. Es así de simple: basta con decir “yo, de lo malo, no hablo”. Y es que además de no servir para nada, arruga un huevo.
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