No hace mucho, en una comida, estaba sentado a la mesa con dos bloggers. Uno
de ellos, quizá intentando acercarse a una visión muy diferente de lo que corre
en el sector,quería dejar claro que tiene opinión sobre el trabajo de todos y cada
uno de los actores de esta comedia. El otro callaba, pero su blog es siempre
positivo e igualmente previsible. Llegado un momento le pregunté al primero por
qué razón no escribía eso en su blog, y así ayudaba un poco a los que sí
opinamos, y me contestó con toda sinceridad que no era su negocio ni tampoco
estaba dispuesto a soportar lo que me caía a mí encima cada dos por tres.
Viendo los sucesos recientes, lo entiendo.
No hay problema, en realidad: pero resulta no sólo simplista, sino también
tendencioso: o para ser más exactos interesado. La libertad de expresión o de
método parece que no existe ante la amenaza de los efectos generalizados de un caciquismo evidente, que sin argumento alguno demonizará las maneras de quien saque a relucir su opinión acerca de lo que no
le gusta:una censura de facto. Es cómodo, sin embargo, para muchos, ya que en cuanto opinamos, cosa
que hacemos a menudo, salen esas voces que dicen “es un disparate, pero sería muy
largo argumentar”(excusa suficiente para no hacerlo jamás), “sacar lo malo a relucir no aporta nada” (como si hacerlo sólo con lo bueno aportara algo), o bien califaicar el debate varietal como "estéril", porque "lo que importa es que los vinos sean buenos, y no con qué variedad estén hechos". Y con ello
su cuota crítica ya queda resuelta; lo curioso es que siempre va hacia el mismo
destinatario. Otros, automáticamente, hablan de las maneras, cuando solamente
se ha ejercido el derecho a la propia opinión, creyendo en la evidente
capacidad de la crítica para que las cosas mejoren.
Este sector sigue teniendo la piel muy fina y algunas cosas más que empujan
a la gente a comportarse como Glenn Close en Atracción Fatal: una especie de
obsesión constante con la calidad del trabajo ajeno -quizá porque el propio es
casi inexistente o anodino, improductivo- les impulsa a una intención siempre
destructiva, fenicia, cainita. El objetivo no es avanzar, ni construir, ni
valorar la aportación de nadie; el objetivo es que otro no consiga ni cree lo
que no ha conseguido ni creado uno mismo. Y para ello hay que perseguirle con toda
clase de armas hasta donde haga falta.
No se puede decir que la prensa del sector sólo ofrece al lector la
información comercialmente positiva? Que está comprada y amordazada por el
modelo de negocio, que se basa en la publicidad? No se puede comparar vinos de
precios parecidos y variedades diferentes, a ciegas, ante público no
profesional? No se puede decir que esta situación timorata no conduce más que
al estancamiento? Tampoco se puede decir que un blogger que hace un artículo
pelotillero sobre un vino o una bodega a cambio de una merienda o de una
botella de vino, está quitándole el trabajo y el ingreso incluso a las revistas
que necesitan esos espacios para sobrevivir? No se entiende, pues, que los
propios periodistas bendigan el trabajo de los que torpedean los ingresos de
los medios.
Generar debate conlleva asumir riesgos. Lo que jode es que los riesgos que
se asumen se materializan en el lenguaje de matón de feria de aquellos que no saben
generar más que un debate de lavadero público. Por suerte, mediante nuestra
trayectoria hemos podido avalar que somos mucho más que capaces de generar otra
dinámica muy diferente.
Por todo ello pido disculpas a los lectores por algunas ocasiones en que hemos entrado al trapo. En esas
ocasiones uno ha de decidir si dejar pasar o no todo lo que le va a caer, y muchas veces hemos pasado de largo sin hacer caso: pero creo que, aunque sea de vez en cuando, alguien debe plantar cara al caciquismo en la prensa, que desde luego es uno de los problemas de este sector.