En el día de la rosa
Supongo que en todos los países,
pero en este especialmente, cualquier propuesta que no se autosostenga debe
desaparecer. Una de las expresiones más claras de esta realidad es el día de la
rosa, en que libreros y floristas se buscaron la vida para facturar al menos un
día al año. El estado no está para hostias, por importante que sea la labor que
haga uno, y el mensaje es muy directo: si no sabes ganarte los cuartos tendrás
que tomar decisiones drásticas para conseguirlo o desaparecer.
Es la forma más cruda de
expresarlo, pero éstos son los términos, así, en crudo. A nosotros tampoco nos
caen los adjetivos que palían o adornan normalmente esa falta de inversión,
pero casi que lo preferimos así. En crudo.
La propuesta alternativa es más
cruda aún. Si quieres las pocas migajas que puedan caer al cortar el pan -en
caso de que haya algo de lo que no me haya enterado, eso es todo lo que hay ahora mismo-
tendrás que pasar a un tono siempre amable y positivo. Las críticas, en
cualquier caso, deben ser muy veladas y suaves, y siempre suscritas por una
sola persona a nivel particular, nunca por el medio que publica.
El secreto para no pasar por el
tubo, como hemos dicho otras veces, está en no aceptar esas migajas ni tampoco
publicidad. Las consecuencias de ello son evidentes en ambos sentidos, en caso
de que se quiera ejercer la libertad de opinión: en caso contrario, no vale la
pena, es mejor abrir la mano y recoger lo que ahora son mendrugos de pan seco,
por la confianza en que cuando todo vuelva a parecerse en algo a lo de antes,
puedan convertirse en hogazas de kilo y medio, aunque está claro que acabarán siendo baguettes de 200 gramos todo lo más.
Hay que asumir, en ese caso, que
se está en la misma situación que este actorcillo, que aspiraba a trabajar para
el cine nazi en plena guerra civil.
Esa rosa que le pone en la boca el nibelungo viene muy bien hoy, redondea el post. A veces queda la esperanza de que, en alguna clase de ínterin como el que sugiere el hombre al final, los
medios más amarillos puedan pensar, como pretende hacer él en caso de que el nazi le suelte su herramienta.
No se cumple nunca, pero siempre queda esa esperanza del ínterin y de la vuelta
a la integridad desde el lado oscuro.
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