Lectors

viernes, 18 de abril de 2014

Descorchar

Antes no se buscaban tanto las ocasiones; se descorchaba una botella común con cualquier excusa. En el momento en que una especie de avaricia generalizada se convirtió en la norma, una botella de vino o de cava suele ser motivo de celebración, o quizá se utiliza para remarcar la singularidad de algún encuentro.
Entonces el vino tiene al menos que parecer bueno. Si puede ser que lo sea, mejor. Para que la ocasión se recuerde y el esfuerzo hecho se reconozca, es evidente que el nombre del vino debe ser francés, y si puede ser un poco exclusivo, mejor.



De momento, acontecimientos como el que parecería estar a tiro de James Stewart en este corte merecen el mejor de los Montrachet. Luego no se come la rosca, pero es por su culpa, no porque ella no ponga de su parte. Él, en un acto casi altruista, sigue mirando por la ventana despreciando la ocasión que, como decía García Márquez en su libro preferido, pierde para siempre. Quizá pudiera repetir más adelante, pero esa la pierde para siempre.

Es importante tener una buena botella a mano. Ayuda a apreciar las ocasiones, a añadir valor. A veces desde la óptica más cateta, porque no es lo mismo tener a tiro a Grace Kelly con la ayuda de un Montrachet, que a Judit Mascó con un Chardonnay del Penedès.

A  veces la percepción ajena de las cosas nos ayuda a dar medida al valor de lo propio.

Nos queda un imperio para llegar a la mitad de eso que se percibe en este corte.  

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