Lectors

sábado, 7 de junio de 2014

PATOLOGÍAS

Actualmente el valor de cada trabajo no depende tanto de la cantidad en que se pueda tasar la empresa que lo sustenta, ya que no es fácil que aparezcan demasiados compradores; los brotes verdes, no hay que olvidarlo, no han llegado aún más allá del capital más descaradamente especulativo. Esta sospecha, por cierto, la ha confirmado no hace mucho el BCE, pero a estàs alturas el banquero ya se ha convertido universalmente en un animal, un ladrón impune, prepotente e inmune a la vergüenza, sea propia o ajena.

Ese valor, por tanto, desde mi punto de vista debe ser tasado en base a la aportación de lo que uno hace al contexto que corresponda.

A pesar de agradecerlas, y siendo conscientes de que sin ellas no habrían sido editados los seis volúmenes que han salido hasta la fecha, este año las colaboraciones desinteresadas para que La Guia salga al mercado van a ser directamente desestimadas, ya que entendemos que no podemos permanecer más tiempo siendo una realidad consolidada que se reproduce sobre todo por unas dosis de voluntad inimaginables.

Por extensión, todos tasamos la presencia de factores externos en nuestras realidades en función de su valor real, tangible, de los recursos de todo tipo que generen y sean válidos para llevar a cabo la actividad propia. Como decía en otro post, nuestra valoración de cada uno de esos factores para la consolidación definitiva de La Guia es directamente proporcional a su volumen en apoyo teórico tanto como material, como no podía ser de otra manera. En este capítulo no hay nadie más que posibles patrocinadores e instituciones, y cada una tiene su nota particular en  nuestro casillero. Puede ser nada, algo, poco o mucho, pero todos los que nos conozcan deben saber que sin aportaciones significativas en alguno de los dos campos no se admitirán (más) recomendaciones, (más) consejos conminatorios, ni (más) limosnas insignificantes que persigan tener calladito al personal mediante la inversión de cuatro duros mal contados en conseguirlo.

Y es que mientras La Guia exista tal como es ahora y tenga la confianza de más de 370 bodegas cada año, catará a ciegas y escribirá, siempre, lo que tenga que escribir.

Y por supuesto, a pesar de ser muy poquitos en el equipo, La Guia catará como siempre ha hecho, a ciegas. Vaya memez eso de necesitar al séptimo de caballería para preparar una cata a ciegas. Para entender el método sólo es cuestión de imaginación, o de inteligencia, antes que de envidia y de consecuente falta de argumentos propios o de currículum.

Si después de todo uno tiene la mollera seca y desconfía de lo ajeno hasta querer comprobar las cosas con los ojos, puede solicitar asistir gratis a una sesión de cata, incluso como observador: nuestros teléfonos y mails son públicos. De modo que el que siga diciendo idioteces por ahí será porque está interesado en decirlas, y entonces la cosa ya es más grave, se convierte en una cuestión casi patológica: puede que le guste parecer imbécil todos los días, puede que lo necesite vitalmente, o quizá es que no sea capaz de evitarlo de manera alguna.





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